El sabor de la autoestima

Cuando hace una semana me dieron el soplo de que un ex había empezado a trabajar en mi antro de inaplacable diversión decidí, de momento, dejar de ir. Poco a poco las voces de protesta dejaron sentir su eco: "¿cómo que vas a dejar de ir?", "al contrario, vas y le muestras lo bien que te va", y cosas por el estilo. Apoyo de los amigos, como se acostumbra en este tipo de situaciones.

Entonces decidí organizar una expedición de salvataje... una misión suicida, más bien. Una noche de quema de recuerdos como la que nadie hubiera visto hasta entonces. Extendí mis tentáculos todo lo que pude y me las arreglé para que mis tres ex-firmes y dos casi-ex estuvieran presentes. Si a eso añadimos que dos de los ex son ex entre sí también, y que el actual pretendiente iba a aparecerse también, todos los ingredientes del coctel Molotov estaban presentes.

La premisa era la más sencilla de todas: el actual casi-casi llamaría la atención al entrar; todos mis ex verían que no me iba nada mal (y, hay que reconocerlo, también verían que el mío estaba mejor que los suyos... el más infantil, jejejeje) y entonces me sentiría bien conmigo mismo por no ser un fracasado. Y entonces, con la velocidad con la que vacié mi primer trago y con el peso de tres relaciones serias, dos cuasi-relaciones y un reciente intento, todas terminadas en fracaso, llegó una instantánea revelación: Pede que no sea un fracasado, pero exitoso tampoco soy precisamente.

Las cosas, como supondrán, se salieron de control rápidamente. Factores que no pude preveer aceleraron el proceso cuando uno de mis ex me confesó que había roto hacía poco porque aún sentía algo por mí... y yo me hundo al darme cuenta que yo siento aún algo por otro (precisamente el que había desatado la situación al decidir trabajar justo en ese lugar). Al darse cuenta de lo extraño de la situación, el actual se despide con un "hablaremos mañana", y todos sabemos lo que eso suele significar. En fin, caos total. Y de los buenos...

La conclusión de hoy es: nunca hay que buscar subirse la autoestima a costa de los demás. Supongo que es por eso que la palabrita empieza por "auto" (uno mismo). De todas formas, cuando los demás nos falten, la autoestima podría devanecerse como por acto de magia. Aún tengo mucho por resolver, pero hoy he de saludar a mi mami y mi abuelita... y mis tías, primas, amigas y otras más en la larga cola de las que nos dieron el ser. Actualizaré con noticias y más conclusiones apenas las tenga... deséenme suerte.